miércoles, 20 de enero de 2010

Mesalina al acecho...

Aún no era de noche…

Al contrario, afuera brillaba el radiante sol que caracteriza mi ciudad, pero había llegado a casa de la oficina y mientras me desvestía a un lado de la cama, vi el enjuague bucal…teníamos una cita pendiente para esta noche… pero creí que no seria justo hacerle esperar tanto… al final ambos lo deseábamos…

Estaba caliente, los recuerdos de la noche anterior y la pasta dental llegaban a mi mente sin descanso y en cada momento provocaban una descarga de humedad que iba dejando su huella en mi ropa interior y amenazaba con humedecer algo más…

Me desvestí con rapidez y de nuevo fui a mi lecho… no estaba a media luz ni silencioso.. Afuera escuchaba el vaivén de mis hermanos en una sábado cualquiera y yo, allí dentro, rumbo a mi paraíso…

Sabía que no podría ir lentamente, en ese momento no… con todas esas ganas no… Estaba en celo y quería sentir prontamente que mis dedos jugueteaban con mi clítoris una y otra vez.

Recostada en la cama, sabía que el orgasmo llegaría con rapidez y ansiedad… Así que, en principio dejé que mis manos avivaran mi espera y mis dedos comenzaron a jugar con mis pezones…adoro verlos endurecerse…imagino su boca acercándose y mis temores.. Será su lengua la que me acariciará o serán sus dientes los que se clavaran en mis pezones?

Casi puedo ver el rastro que su saliva deja en ellos, y me excito aun mas… los humedezco un poco con mi propia saliva y sin poderlo resistir dejo que mis dedos se deslicen hasta mi entrepierna que palpitante anhela el roce y el contacto…

Estoy empapada y un detalle sencillo que me hace sentir entregada, penetro dos de mis dedos con fuerza en mi cuerpo… y luego los dejo viajar a mi boca para sentir el sabor de mi propio deseo.

En ese momento mi mente viaja a su encuentro y son miles las imágenes que bombardean mi cabeza, lo se, aun debo recorrer mucho camino antes de hacerlas realidad, pero mesalina grita dentro de mi sus deseos y mis dedos le complacen rozándome una y otra vez, haciéndome la protagonista de sus fantasías mas perversas, de sus secretos mas morbosos.

Imagino mi dolor entrelazado al placer de ser suya, un dolor que nace desde el momento en el que con fuerza, aprieta entre sus dedos mis pezones, hasta el instante en que mis lágrimas abandonen mi cuerpo acompañando mis súplicas. Y me veo a mi misma usada, marcada, con lágrimas en mis ojos y sudor que cubre mi piel sangrante…

Mi miedo, mi dolor, mi placer, mis roces, mi mente, mi cuerpo, mi alma… todo se entrelaza en cada roce que mis dedos hacen al botón hinchado y enrojecido que reclama placer… Poco a poco pero con mas rapidez de la que yo misma esperaba, comienzo a sentir el deseo de correrme, de explotar, de convulsionar en mi cama desesperada ante el placer que recibía…

Entonces lo vi allí… aun con un poco de voluntad deje que mis dedos se humedecieran en el enjuague bucal y luego reanudaran el ritmo del baile que hacían en mi cuerpo, entonces, cuando el orgasmo se acercaba y comenzaba a invadirme, un fuego comenzó a desbordarse de mi, naciendo en mis entrañas, expandiéndose por toda mi entrepierna alcanzando el orgasmo y uniéndose a El en una armonía exquisita e inigualable.

Debía disfrutarlo, así que cerré mis ojos y sentí cada movimiento de mi cuerpo, cada gemido que se escapaba con mi respiración, cada roce que con fuerza hacía en mi clítoris, castigándolo, complaciéndolo…

El orgasmo fue largo e intenso… como lo había sido las veces anteriores con el enjuague… pero esta vez debía seguir… así que cuando mi respiración se hizo normal, invité nuevamente a mis dedos a pasear por mi intimidad, cada roce aun calentaba mi piel, confundiendo los olores, los fluidos… la humedad desbordaba mis dedos y aumentaba con cada roce…

Pero aun después de varios minutos el orgasmo no llego…

Me mantuvo ansiosa, expectante, anhelante… Buscando sentir que mi cuerpo volvía a rendirse… exigiéndoselo… pero autónomo, se negó a complacerme y dejo que mis deseos se volvieran parte de mi tarde… porque el orgasmo no me visitaría sino hasta otro momento.

Mientras ese momento llegaba, debía conformarme con sentir la humedad que me invadía, con recordar las imágenes de mi cuerpo retorciéndose, con soñar los instantes en que mi cuerpo honrara mi nombre y me convirtiera en una puta que complace a su Señor.

Debía volver a mi día a día, a mis quehaceres cotidianos, solo que húmeda y ansiosa, deseando el orgasmo, viéndolo esquivarme y buscando instantes a solas para tocarme fugazmente y calmar mi fuego…

Fuego, eso era lo que sentía que me invadía, que me llenaba, que explotaba en mis muslos…

Mesalina está al acecho… busca gobernarme de nuevo… y yo.. Estoy dispuesta a rendirme.

0 comentarios:

Publicar un comentario